Todavía cuesta en la consulta hacer entender a las personas que quieren seguir un programa de entrenamiento enfocado a la pérdida de grasa que el ejercicio interválico de alta intensidad (HIIT) es, cuando menos, igual de efectivo que el ejercicio continuo de intensidad moderada. La elección entre ambos parece sencilla en un contexto en el que siempre nos falta tiempo para todo, puesto que el HIIT necesita de mucho menos tiempo para su ejecución y probablemente además tiene menos interferencia en las ganancias de un programa de fuerza.

El problema principal radica en si el individuo está dispuesto a aplicar la intensidad necesaria para el correcto desarrollo de este trabajo interválico. Pero dando por supuesto que es un sistema de entrenamiento “entrenable”, y que por lo tanto puede establecerse con un principio de progresión e individualización, el HIIT ha demostrado su validez en intervenciones para la pérdida de masa grasa, disminución de la grelina (comúnmente conocida como la hormona del hambre) y recientemente en la mejora de la calidad del sueño, provocando un alargamiento de la fase REM en comparación con el entrenamiento continuo de intensidad moderada.
Si ya lo decía aquel, para el insomnio pico y pala (HIIT de toda la vida)
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